jueves, 25 de junio de 2009

Crónica de Bagdad, 24 de junio de 2009. Parte 1














Bloques reducidos a escombros en 2008-2009 por coches-bomba en la que fue la elegante calle de Khulafa, trazada en los años 80 como eje de un nueva área económica y residencial.



Comercios, abandonados o cerrados a partir del mediodía, en el fantasmal centro de la ciudad









Ministerio de Comunicaciones, bombardeado en 2003. La estructura no puede ser restaurada. El edificio será derribado. Uno de los mejores edificios del arquitecto iraquí Rifat Chadirji.




Calle Al-Rasheed: primera intervención urbanística unitaria, en el centro histórico, a finales de la primera guerra mundial, por el gobierno inglés. Esta calle, delimitada por soportales, a imitación de la calle de Rivoli en París, que combina comercios y viviendas, fue la más elegante de Bagdad hasta los años 80. Se prevee restaurarla por tramos.




Bagdad es conocida por sus villas modernistas y art deco, estudiadas por la historiadora francesa Caecilia Pieri











Entrada al barrio chiíta de Khadimiya, de acceso difícil o imposible a occidentales





Calle de Al-Rasheed: primera intervención urbanística unitaria, en el centro histórico, a finales de la primera guerra mundial, por el gobierno colonial inglés. Esta calle, delimitada por soportales, a imitación de la calle de Rivoli en París, que combina comercios y viviendas, fue la más elegante de Bagdad hasta los años 80. Se prevee restaurarla por tramos.




Zona verde cerca del Tigris que incluye un palmeral, huertos, hoy preservados, y un restaurante al que acuden, de día, miembros del gobierno y la escasa burguesía que queda en Bagdad.









Ministerio del Development Board (Ministerio de Planificación), proyectado por Gio Ponti en la década de los 50, a la orilla del Tigris, en el centro de la ciudad. Dañado. El gobierno iraquí ha iniciado unos primeros trabajos de consolidación.




Conocida estatua de bronce decapitada de Sadam Husein, colocado sobre un alto pedestal en una plaza central, derribada cuando la invasión de Irak en 2003, hoy en las reservas del Museo Nacional de Irak.






Estación central de Bagdad, proyectada por los arquitectos ingleses Wilson & Mason, discípulos de Luytens, durante el mandato colonial, en los años 30, y terminada en 1965, y aún en funcionamiento. Una de las estaciones ferroviarias más hermosas del mundo.



Un sin número de muros de hormigón protegen los edificios de los ataques de los "suicidas-bomba", impidiendo o dificultando la circulación peatonal.








Gimnasio y campo deportivo, antes llamado Sadam Husein, que constituyen la únicas partes construidas de un gran equipamiento deportivo y cultural, proyectado en los años 50 (1955-1965) por Le Corbusier, y construido por orden de Sadam Husein a finales de los años 70 (1973-1980). En buen estado. Utilizado por varios equipos deportivos infantiles. Situado cerca de uno de los accesos al barrio de Sadr City.









Niños jugando a fútbol en el centro de la ciudad







Paseo por el barrio chiíta de Khadimiya (el barrio más antiguo y mejor conservado de Bagdad), rodeado por un gran número de policías y de soldados del ejército iraquí. Las mujeres deben llevar chador. La entrada al interior de la tumba del imán, en el centro del santuario de Khadimiya, está prohibida a los no-musulmanes.



Bagdad, 19-25 de junio de 2009:


Apenas el avión proviniente de Istambul aterrizó en el aeropuerto, cinco gruesos hombres trajeados, con raya diplomática, sudorosos o engominados, se levantaron de súbito y se juntaron en el pasillo, mientras la nave avanzaba aún por la pista. Los reiterados avisos por megafonía lograron que se sentaran por un momento, sin ponerse el cinturón, mientras sus teléfonos móviles sonaban, antes de volver a dirigirse hacia la puerta de acceso, bloqueando el paso. Una decena de vehículos blindados Patrol, con las lunas oscurecidas, se acercaron de inmediato a la nave y se situaron al pie de las escalerilla. Casi sin tiempo de mirar por la ventanilla, ya habían desaparecido en los vehículos, junto a guardias armados y sus (¿?) mujeres, que partían velozmente sin pasar por ningún control.


Acabábamos de llegar a Bagdad.


Nuestra llegada fue mucho más lenta. Al igual que el primer viaje, en junio de 2008, apenas entramos en la terminal, guardias nos apartaron, nos retiraron los pasaportes y declararon que, todo y teniendo el visado en regla, y pese a la presencia de responsables de la embajada de España, no estábamos autorizados a entrar en Irak y se nos iba a deportar. Media hora más tarde, sin saber porqué, abandonábamos el aeropuerto, protegidos por un chaleco antibalas, en tres vehículos blindados defendidos por geos, camino del hotel Al-Mansoor (que perteneció a la cadena Meliá hasta 2005), no sin que antes nos hubieran hecho formar y nos hubieran apuntado en la sien con un termómetro luminoso para descubrir si teníamos la gripe porcina.


Al parecer, los funcionarios en la embajadas de Irak, dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores, que conceden los visados, son kurdos, mientras que el Ministerio del Interior está dominado por chiítas. Los visados, entonces, que deberían ser el único salvo-conducto legal, no son aceptados si no vienen avalados por dicho ministerio, con el que la embajada de España no puede tener relaciones.


Este incidente, de difícil solución, parecía repetir el del año pasado. Sin embargo, Bagdad ha cambiado en un año. Ha empeorado.


El viaje, esta vez, tenía un triple objetivo.


Organizado por La Caixa, con la decisiva ayuda de la Embajada de España, Ignasi Miró (director de la Obra cultural de La Caixa) y yo íbamos para entrevistarnos con las autoridades iraquíes (Ministros de Cultura, de Turismo y Antigüedades, y de Asuntos Exteriores) y los responsables del Museo Nacional para intentar obtener piezas de arqueología en préstamo para una exposición de arte sumerio que tendrá lugar en Caixaforum, en Madrid y Barcelona, entre mediados de 2011 y principios de 2012: posiblemente la primera muestra de arte sumerio, y la primera en muchos años que podría incluir obras del Museo de Bagdad.


Por otra parte, Victoria Garriga (arquitecta, de AV62Arquitectos) y yo, también íbamos a Bagdad porque, habiendo sido seleccionados (junto a Josep Llinás y un estudio iraquí) para la segunda parte de un concurso internacional, organizado por el ayuntamiento de Bagdad, con vistas a la rehabilitación del barrio chiíta de Khadimiya, necesitábamos (intentar) visitar esta zona de acceso imposible, en la que hace años ningún extranjero ha entrado.


Finalmente, dado que el ayuntamiento de Barcelona podría gestionar la restauración del complejo de la antigua embajada norteamericana, obra maestra de José-Luis Sert, para convertirla en un Instituto Cervantes, era conveniente que aprovechara el viaje para tener una primera reunión con el alcalde de la ciudad.

Al igual que el año pasado, los desplazamientos oficiales se realizaron en camionetas blindadas, guardadas por "geos" armados, circulando a gran velocidad, en ocasiones en dirección contraria para sortear los atascos, con las sirenas ensordecedoras para despejar la ruta. Los chalecos antibalas eran de rigor. El despliegue militar obligatorio. El resto de los desplazamientos, en coche con un chófer.

Los innumerables controles del ejército norteamericano (cada vez más retirado), del ejército iraquí, de la policía, de las milicias siguen vigentes. Y van en aumento. Atentados (solo aquéllos que provocan más de diez muertos merecen algunas líneas en la prensa), helicópteros militares que sobrevuelan, a baja altura, la ciudad, cortes de luz diarios, ausencia de servicios públicos, de transporte, el centro de la ciudad casi abandonado, la decrepitud de los edificios y las instalaciones no han disminuido.

Pero se añaden ahora los inesperados y cada vez más numerosos cortes de calles, sin que se sepa la "razón" -en ocasiones, sólo se puede "avanzar" en círculo, sin logar salir adelante-, los aparatos japoneses cada vez más sofisticados -algunos dicen que inútiles- para detectar explosivos, las bombas diarias, el cada vez mayor número de casas destruidas por suicidas-bomba, la imposibilidad de acceder a determinados barrios cuyas calles están cerradas por pesadas puertas metálicas controladas desde lejos, la presión cada vez más insostenible sobre la mujer, incapacitada para salir a la calle -sobre todo si va vestida "de calle"-, convierten la vida en una pesadilla que no tiene fin..


La ciudad, las instituciones, los comercios, los habitantes reducidos, empobrecidos por treinta años de guerras y de embargo. Recuerdo que, cuando la primera Guerra del Golfo, intelectuales de renombre, a los que muchos admirábamos y seguíamos, condenaron la invasión relámpago y defienderon, por el contrario la solución de un embargo absoluto que lograría, sin baja alguna, que la gente se sublevara contra un gobierno que los mataba lentamente de hambre. El resultado ha sido el enriquecimiento obsceno del presidente Sadam Husein, de su familia y su entorno -solo hace falta ver los palacios, hinchados y grotescos, aún en pie-, y la absoluta miseria del resto de la población, una clase ilustrada que, aún en los años setenta hubiera podido dar sopas con honda a la española. Racionamiento, falta de víveres, de recursos, hundimiento de la moneda (salvo para algunos), desabastecimiento de las infraestructuras. Hospitales sin medios. Pérdida de contacto con el mundo. La sociedad iraquí se hundió. Ah, las buenas intenciones...

Los treinta y dos primeros días de la invasión nadie pudo salir de casa. Apenas para comprar algo de comida. Los soldados norteamericanos mataban a cualquiera que estuviera en la calle, hasta a los gatos.

Desde el mismo día de la invasión y la ocupación, Bagdad, que hasta entonces sufría una tormenta de arena al mes, en verano, (en verdad, una nube de polvo ocre que oscurece el cielo y dificulta la respiración, convirtiendo seres y enseres en estatuas de tierra reseca) se ve asolada por dos o tres a la semana. Según la única explicación hallada a este fenómeno desconocido, los tanques habrían labrado tanto la tierra, hasta entonces bien compactada, en la periferia de la ciudad, durante los últimos seis años, que el mejor golpe de viento levanta nubes pardas, en medio de un súbito golpe de calor, que se abaten, azuzadas por ráfagas ardientes, como una plaga terrosa sobre Bagdad.

Depresión ante lo que se descubre. Y una tensión difícil de aguantar. Una guerra civil ciega.

Y, sin embargo...

Restaurantes llenos, incluso algunas terrazas, en las cálidas noches de estío, a la orilla del río Tigris; personas que no han cesado de ver morir a amigos y familiares -a veces por la falta de medios básicos, de asistencia médica (una transfusión, una inyección, un medicamento simple), incapaz de atender a tanta gente- que deciden no cubrirse más de luto y vestir con colores ostentosamente alegres -azul turquesa, rosa fuccia-, como si la vida siguiera -para que la vida siga-; personas atentas; una universidad en la que los profesores no fallan un día, en la que los estudiantes, que asisten masivamente, y realizan trabajos como ya no se ven en España, piensan que tienen la vida por delante; un ministerio de cultura que lucha por la preservación de un patrimonio cada vez más precario; reuniones puntuales en las que todos asisten -habiendo tenido que salir de casa horas antes, por cerca que estuviera el domicilio, a causa de los sorpresivos controles-; generosidad en el trato y en el tiempo regalado; un gran número de proyectos de mejora (que, posiblemente, no lleguen a buen puerto, al menos juzgados desde aquí), la ilusión de que con la partida del ejército norteamericano la vida mejorará (¿ocurrirá así?); una visión casi utópica de la vida; y ni una queja.

Al llegar a Istambul, el personal del aeropuerto no quiere atender para que no se pierda el avión que parte hacia Barcelona. En Frankfurt, el calor es pegajoso.

















3 comentarios:

  1. una cosa?
    es un viaje al futuro? o al pasado?
    y no es metafórico...
    es que en el título pone ... 24 Julio 2009!!

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  2. Tocho responde:

    ¡Ojalá hubiera sido un viaje hacia el futuro!

    Era un error. ¿Para huir rápidamente de lo visto?

    Recuerdos

    Pedro

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