martes, 17 de noviembre de 2009

"El nacimiento del arquitecto": Roger Hiorns, Lucy Skaer y el Turner Prize 2009

Roger Hiorns: Chartres inclinada (1996)

Roger Hiorns: Catedral de Chartres con sulfato de cobre; Catedral de Notre-Dame de París con sulfato de cobre, 1996

Roger Hiorns: El nacimiento del arquitecto, 2003



Roger Hiorns: Sin título (2008) -avión de pasajeros pulverizado-

Roger Hiorns
Lucy Skaer


El museo Tate Britain en Londres expone a los cuatro jóvenes finalistas del Premio Turner 2009. Entre éstos, destacan el favorito, Roger Hiorns, y Lucy Skaer.

Esta artista presenta, entre otras obras, Los límites de Leviatán (2009), que comprende el esqueleto de una ballena (prestado por un museo de ciencias naturales). Aquél está encerrado en una especie de jaula de la altura de la sala con barrotes de madera muy anchos. Mirando a través de la rendija vertical situada ante la calavera, podemos ver todo el esqueleto (una vista frontal). Mientras que si lo contemplamos de lado, los barrotes nos impiden verlo en su totalidad.

Pues eso.

"Lucy Skaer is slowing down the art of looking. You can't just grasp the art in once glance," dice la comisaria Carey-Thomas.

La artista quiere hacernos reflexionar sobre los impedimentos de la visión, y cómo ésta es condicionada por los barrotes de los prejuicios. Lo insólito hubiera sido, quizá, que se hubiera podido ver enteramente un objeto escondido detrás de una plancha de madera.

Desde que Homero decretara que el artista es un vidente, que revela lo que el común de los mortales somos incapaces de percibir, la concepción del artista se ha ido retorciendo cada vez más.

En la sala siguiente, Roger Hiorns expone esculturas informalistas blanquercinas -son como burillas gigantescas- colgadas de la pared, hechas con una mezcla de plástico o goma y de materia orgánica: cerebros triturados. Una manera de que "nos demos cuenta" de la incierta frontera entre la tecnología y el pensamiento, lo orgánico y lo metálico. Entre el artista, la mente, y la obra. Entre el orden y el azar: la forma resultante no ha sido pensada. Y la materia orgánica sigue teniendo vida. Las esculturas pueden alterarse, hincharse o descomponerse.
Una versión cyborg de la relación entre lo uno y lo múltiple.

Otra obra, intencionadamente titulada Sin título (2008), consiste en un avión comercial supersónico trabajosamente triturado, reducido a una finísima capa de polvo grisáceo extendida por la sala. La tecnología hecha polvo. El símbolo del orgullo humano, que desafía la gravedad, un brillante ingenio reducido a cenizas.
El retorno de la maldición bíblica.
"We are prompted to reconsider our faith in technology, and to think about the entropy of all things: all objects are, in the end, dust", escribe el comisario. No sé si la idea es nueva. Polvo eres.

Sin embargo, Roger Hiorns es célebre por su reiterado y efectivo -o efectista- uso del sulfato de cobre que, al mezclarse con agua, produce cristales azul cobalto. Se dio a conocer en 1996 con unas maquetas de catedrales góticas, de altos pináculos, deformadas, carcomidas por una materia que debería ser la sublimación -o la negación- de la materia pétrea: el cristal azul, un símbolo -celestial- de perfección. El cielo nocturno, que el cristal simbolizaba, marcaba los afilados rasgos de una construcción terrenal. Las torres se inclinaban como si el cielo pesara, les pesara. La relación entre el cielo y la tierra se invertía. La idea del arquitecto se precisaba al entrar en contacto con el mundo. El diseño mental era una nebulosa.

El nacimiento del arquitecto, una instalación o una escultura de 2003, comprendía dos máquinas abotarjadas por cristales de sulfato de cobre: un motor de un coche deportivo unido, como por cordones umbilicales, a unas maquetas de catedrales caídas (el coche era la catedral del siglo XX, según los futuristas, y el mismo Le Corbusier pensaba de manera parecida). No se sabía si las tres piezas emergían y se levantaban de un universo cristalino (en el que yacían embotadas), o si sucumbían bajo el peso de la pureza.

Las maquetas son parte de un proyecto de arquitectura. Son formas (ideas, en griego) aún no materializxadas, el origen de la arquitectura, y en tanto que la obra hace o determina al creador, son el -o están también en el- origen del arquitecto. Pero estas primeras formas deberían ser brillantes; y lo son. No deberían estar contaminadas, lastradas por la materia; y, sin embargo, aunque lo que las desfigura no sea la materia- el cristal azul es luz, lo opuesto a la opacidad matérica-, están deformadas, como embriones de los que nadie sabe a fe cierta qué forma adquirirán cuando vean la luz.

Quizá Roger Hiorns, bajo o a través de sus (aparatosas) instalaciones, plantee cuestiones serias o curiosas sobre la creación y su llegada al mundo.

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