jueves, 3 de diciembre de 2009

De piras y de altares

La Ilíada culmina con las desmesuradas honras fúnebres en honor de Patroclo, el escudero de Aquiles, muerto por Héctor (con el consentimiento de los dioses).

La ceremonia incluye sacrificios de animales (ovejas, bueyes, perros y córceles, quizá vivos) y humanos (doce jóvenes troyanos, hijos de la nobleza, degollados como venganza por la muerte de Patroclo, lo que tampoco sacía las ansias de venganza de Aquiles), carreras de caballos, un banquete fúnebre y la erección de una gigantesca "pira de cien pies de lado", levantada con gruesos troncos recién aserrados, perfectamente trabados, sobre la que los cadáveres de Patroclo y las víctimas sacrificadas serán incinerados. Las cenizas de Patroclo serán entonces recogidas en una urna de oro y cubiertas por un discreto túmulo que indique con precisión el lugar donde Patroclo se refugió (para siempre).

La construcción de la pira se asemejaba a la de los altares, también construídos con troncos, sobre los que los hombres daban gracias u honraban a los dioses. El primer altar jamás levantado fue el que Apolo construyó en Delos para comunicarse con su padre Zeus. La técnica empleada, consistente en el encaje perfecto de cornamentas de ciervos, dispuestos sobre unos sólidos cimientos, era también muy similar a que se debía emplear paras construir santuarios, por ejemplo: la técnica arquitectónica.

Un altar, al igual que una pira, eran parecidos a un edificio. El primero permitía comunicar con lo alto; la pira, con los poderes del inframundo a fin de ayudar a que el alma del difunto logre franquear las pesadas puertas broncíneas del Hades. Ambas "construcciones" tenían como finalidad establecer puentes entre los vivos y los inmortales.

¿No es tal el fin de la arquitectura: constituir un lugar donde los ejes horizontales, que ponen en relación el espacio doméstico con el público o ciudadano, y verticales, que unen vivos y muertos, se cruzan, definiendo así un espacio donde la vida perdura más allá de la muerte? Una casa también es un santuario y una tumba: allí donde la vida se recoge.

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