domingo, 24 de abril de 2011

Arquitectura y ciudad (2000-2009) según Francesc Ruiz (1971-)






El Corte Inglés y el Hotel Barceló Sants, 2000




Les portes de Lleida, 2009: maqueta de la ciudad compuesta de pilas de libros (todos compuestos por el artista), como en un aparador de una librería. Al abrirlos, como si se "abrieran" las fachadas concebidas como puertas o cancelas, se descubre la vida interior o doméstica.


Jueves  21 de abril de 2011, 4 de la tarde. Quedo para tomar café con David Bestué para hablar de posibles colaboraciones en concursos de arquitectura y proyectos llevados a cabo por Victoria Garriga, Toño Foraster (AV62Arquitectos). Nos parece que su mirada sobre la arquitectura puede abrirnos los ojos a los arquitectos sobre el sentido, el uso de la arquitectura.

Me comenta que dirige una próxima exposición de arte contemporáneo, para una galería de arte de Barcelona, que se inaugurará en verano, con obras de coleccionistas privados y de los fondos de aquélla.
Destaca la obra de Francesc Ruiz (1971).

Tras la charla se dirige hacia la Fundación Antoni Tapiès en la que se venden catálogos rebajados. Me viene de paso. le acompaño. Encuentro pilas de una publicación o catálogo de la enigmática (algo habitual si nos referimos a las exposiciones de la Fundación Tàpies) muestra Registres i Hàbits. Màquina de Temps, Imatges d´Espai (no se indica si se llevó a cabo, ni cuándo -se inauguró en 2006 en Barcelona y en 2007 en Santiago de Compostela).

En esta muestra (y en la publicación) destaca la obra de Francesc Ruiz antes mencionada por David Bestué (a quien agradezco esta información): El Corte Inglés y el Hotel Barceló, Sants,, de 2006 (2x11ms). Una sección de los grandes almacenes, de un hotel construido sobre una estación de tren , y del túnel del metro que los une en el que se inscribe una estación de metro (como si la vista fuera la que se tuviera desde la ventanilla de un vagón); la obra se dispone en la esquina de una estancia. Contrariamente a las secciones de un proyecto de arquitectura, en éstas los elementos arquitectónicos, estructurales, casi no se distinguen -salvo algunas escaleras, particiones verticales y poco más) pues los edificios se muestran invadidos por una multitud. Mas parece la sección de un hormiguero que la de un edificio. Lo que se registra no es el envoltorio, la sucesión de pisos presentados como estratos, sino la vida -si es que de "vida" se trata cuando se documenta el tránsito y el trasiego en unos almacenes, un hotel (donde solo se "está" para dormir, para no "estar" despierto, para no ver ni sentir nada)  y en una estación- que se genera y se encierra.

Las superposición de secciones de plantas libres en la que desfilan, posan o actúan personajes se asemeja intencionadamente a las viñetas de un cómic, y a los frescos de tumbas egipcias. La relación con la estructura narrativa y gráfica del lenguaje del cómic se establece de dos maneras: las escenas se desenvuelven como en las tiras de un cómica, pero los dos edificios también se retratan como una sola viñeta (cargada de información gráfica; gráfica y no escrita: la obra registra los movimientos, pero no las voces. Nada se dice en los grandes almacenes y en las estaciones, de tren y de metro. Solo se actúa, o se está). El registro en horizontal y en vertical, como también se produce en el soporte fotográfico y fílmico, donde las acciones "desfilan" ante nuestros ojos, coincide con e registro que un corte vertical del edificio -propio de una "sección"- proporciona. Sin embargo, mientras en el cine, son las acciones las que "desfilan", aquí es el espectador quien se desplaza paralela y perpendicularmente a la obra -y mueve los ojos- para abarcar lo que acontece. 

La manera de disponer la obra, por otra parte, convierte a la sección en el encuentro de dos muros. La obra envuelve el espacio. Se presenta tanto como una ventana cuanto un cerramiento.

Figuras y fondo se representan del mismo modo: mediante manchas -y algunas líneas gruesas- negras. Los personajes hacen parte de la arquitectura. la propia estructura de plantas libres de os edificios tan parecidos (no queda claro -y la ambigüedad es, sin dudas, intencionada- si su perfil coincide con el de la obra o si ésta enmarca una parte de los edificios; son cajas o se presentan como cajas) se acentúa por la propia disposición de la multitud que lo "llena" todo. El edificio "es" la masa de compradores y viajeros -si bien éstos se disponen de este modo, y no les queda otro, por la organización estructural y espacial de los "contenedores"-. Las figuras parecen existir (y ser) para llenar los intersticios entre los forjados, y las plantas solo tienen sentido como tubos llenos de gente.  Pues no queda un espacio, un intersticio vacío o libre, como tampoco aparecen figuras solas (aquéllas que lo están se hallan encerradas en espacios angostos como, posiblemente, probadores. Solo tienen existencia en tanto que forman parte de una multitud acoplada a los intenstino de los edificios. Están engullidos, y digeridos, por éstos, como si se dispusieran en una cadena de montaje (que los lleva a no se sabe dónde).

La visión es terrorífica. Por eso, las secciones de los arquitectos están vacías. No quieren desvelar lo que acontecerá.

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