martes, 26 de junio de 2012

Los guardianes del espacio en Mesopotamia: la diosa-perro Gulla





Los perros fueron, quizá, los primeros animales domesticados. Eran utilizados para conducir los rebaños y vigilar los hogares.

Tuvieron una importancia particular en Mesopotamia. Junto con el toro, el león, el águila y la carpa, fueron animales emblemáticos.

El perro estaba asociado a la diosa Gulla. En ocasiones, ésta era representada con una testa de perro. Divinidad y emblema se fusionaban. Esta unión de figura antropomórfica y animal, esta representación híbrida de la divinidad no era habitual en Mesopotamia.

Gulla era una divinidad principal, sin duda la diosa más importante del panteón mesopotámico, junto con Inana/Ishtar, aunque ha caído en un relativo olvido, quizá porque, contrariamente a Inana (que se podría comparar con las posteriores Afrodita griega y Venus romana), no tuvo una clara equivalencia en el mundo greco-latino, en el que el perro tenía una carga exclusivamente funeraria y mágica: era el símbolo de Hécate, la diosa de la magia negra. Esta asociación del perro con el mundo de los muertos, sin embargo,  ya estaba presente en Mesopotamia, pero quizá no fuera esencial o única como en el mundo greco-latino (y el egipcio).
Hija del dios del cielo, An, y consorte de Ninurta, el dios libertador, enfrentado al dragón celestial, cuya sangre fertilizaba el cosmos -Ninurta está en el origen de la figura mítica de san Jorge-, Gulla tenía diversos nombres, no solo porque su figura se equiparó con otras similares, de otras culturas, sino porque se personificaba de modos diversos en función de las funciones que asumia. Así, en ocasiones, Gulla era Nanshe, la diosa de la agricultura, la delimitación de terrenos,  y de la escritura -dos maneras de labrar una superficie, inscribiendo líneas ordenadas-, lo que revela que Gulla era una divinidad reguladora y favorecedora de la vida.

Gulla traía el agua benéfica. La constelación de Acuario era su manifestación celestial, y los ríos brotaban cuando despuntaba en el cielo.

En varios himnos Gulla era también invocada como diosa de la medicina. Curaba y protegía. Detenía los males. Sabía trazar nítidas fronteras entre el orden y el desorden. por ese motivo, era también cantada como la diosa de los límites.  Manejaba los útiles necesarios para medir el espacio: cuerdas y reglas, tal como lo proclama el Gran himno a Gulla compuesto por un tal Bullutsa-Rabi.

Esta relación con el espacio acotado, y su función sanadora, llevaba a Gulla a proteger no solo los espacios acotados, sino la vida que se instalaba. En este sentido, los perros, asociados a Gulla, eran los guardianes de los lugares bajo la advocación de Gulla.
Esta diosa no protegía tanto los espacios abiertos, cuanto cerrados; por este motivo, Gulla era la protectora del espacio doméstico. Reinaba en el espacio interior, íntimo; espacio que prosperaba a través de los bienes, de la "abundancia" que Gulla traía.

La relación entre la arquitectura y la medicina, entre las artes de la medición y de la medicamentación, es conocida en Egipto (gracias a Ptah, dios de la arquitectura, equiparado, en tiempo de los Ptolomeos, con Asclespio, o Esculapio, dios griego de la medicina -e hijo de Apolo, dios de la arquitectura en Grecia-), Grecia y Roma, pero lo es menos en Mesopotamia. Sin embargo, la asociación entre dos tipos de prevención, espacial y medicinal, también existía, y Gulla, una diosa, asumía la doble función de velar por las casas y por los enfermos.
De algún modo, Gulla era la gran diosa, la madre de los humanos, como lo proclamaba un himno.
Quizá tengamos que volver a suplicarle.

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