lunes, 4 de noviembre de 2013

VIVIAN MAIER (1926-2009), O LA ARTISTA DESCONOCIDA (FOTÓGRAFA Y CINEASTA DE LA QUE NADIE SUPO NADA)

La teoría del arte occidental está recorrido por una leyenda recurrente: un noble o un erudito perspicaces vienen a pasar justo donde un niño dibuja con una rama sobre la tierra. Se trata de un pastor inculto, o de un niño abandonado. Los dibujos que traza, como si una fuerza que lo rebasa le impeliera a marcar el suelo polvoriento, tienen una grandeza, que rivaliza con la de los grandes maestros, o la supera en frescura incluso, que solo una mente elevada descubre.
El destino del niño abandonado, cuyos padres o cuidadores, no pueden brindarle la formación adecuada, está sellado. El noble se dirige a los pastores y obtiene la custodia del niño. Desde entonces, y hasta que pueda valerse por si mismo, todos los cuidados le serán brindados para que pueda deslumbrar al mundo del mismo modo que fascinó al noble que, sin duda, no por azar, cruzó su camino con el del genio en ciernes. Así es como, por ejemplo, Giotto se convirtió en el "redentor" de la pintura occidental.

Otra historia ronda ésta, sobre todo desde el siglo XIX: la historia del genio incomprendido, que trabaja en solitario, los valores de cuya obra solo se descubren tras su muerte.

Estas historias no son simples cuentos: ocurren ocasionalmente en realidad; o, mejor dicho, son historias que estructuran la manera cómo se percibe y se cuenta la realidad.

Érase un erudito que escribía la historia menuda de un barrio de su ciudad natal, Chicago. Partía de datos gráficos y textuales periodísticos, de fotos añejas, viejos documentales.
Un día, descubrió, en una modesta subasta, cajas y cajas con negativos fotográficos desconocidos a un precio de saldo. Adquirió los lotes: unos treinta mil negativos, diapositivas, un centenar de películas en super 8, recortes de periódico, etc.
Tras el revelado de algunos negativos, descubrió fotografías deslumbrantes en blanco y negro. Nadie sabía a quien pertenecían, quien era el autor.
Meses más tarde, una esquela en un periódico le llamó la atención. Se trataba de una anciana, casi indigente, muerta al resbalar sobre una placa de hielo. Al parecer guardaba algunas fotografías.
Vivian Maier fue una niñera, de origen francés -nadie sabe casi nada-, al parecer, en familias acomodadas del noreste y el centro de los Estados Unidos. En secreto, en sus horas libres, en los años cincuenta, cuando contaba entre treinta y cuarenta años, fotografió, y más tarde, filmó, indigentes, excluidos, solitarios, ricos y pobres, en Chicago y Nueva York, así como se autorretrató: unas ciento cincuenta mil fotografías y centenares de películas. Supo ver lo que nadie se preocupó de mirar, a los que nadie miró. Nadie supo de su afición, su obsesión. Tras el retiro, acabó en la calle. Unos jóvenes, a los que cuidó decenas de años antes, la encontraron, le compraron el piso, y la mantuvieron. Tampoco descubrieron nada. Solo ahora recuerdan que, en cada nueva casa, pedía que le pusieran un cerrojo en la puerta de su habitación. Allí es donde guardaba las cajas que malvendió cuando se quedó sin fondos.
Fueron subastadas hace menos de seis años. Desde hace cuatro se ha convertido en una de las mejores documentalistas de la vida urbana del siglo XX. Hace tres años, nuevos lotes de negativos y películas fueron hallados. Su obra, dada la extensión, sigue, en su mayor parte, inédita. Lentamente quien la descubrió y descubrió su producción, estudia, preserva e imprime los negativos que lo han convertido posiblemente en un millonario.


NOWNESS Presents - The 8mm Films of Vivian Maier from NOWNESS on Vimeo.














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