jueves, 1 de mayo de 2014

Ur y Abraham (según Charles Leonard Woolley)



Foto: Tocho, UPennMuseum Archives, abril de 2014

Muy pronto, y mucho antes que cualquier otro arqueólogo, Charles Leonard Woolley, director de la misión anglo-norteamericana de Ur, en los años veinte y principios de los treinta, supo que tenía que utilizar la prensa para publicar y hacer publicidad de los hallazgos.
Se trataba de una misión gigantesca, con setecientos obreros que excavaban durante cuatro meses al año. Una misión semejante es hoy imposible.
El descubrimiento de la tumba de Tutankhamon, y el eco público que suscitó, obligó a Woolley a buscar piezas semejantes y sobre todo a divulgar los hallazgos.
En una época cuando las culturas egipcia y mesopotámica se confundían -como se comprueba leyendo la prensa de la época- Woolley supo que tenía que jugar con nociones y palabras evocadoras y que fueran captadas de inmediato por el público norteamericano. La Biblia y Abrahan fueron los ábrete sésamo. Se discute hoy si Woolley creía en la relación entre el bíblico Abraham -una fígura mítica- y Ur -la ciudad real que estaba excavando. Pero dicha relación llamó la atención.
El descubrimiento de lo que Woolley bautizó de inmediato con el nombre de las Tumbas Reales de Ur fue una oportunidad que no dejó pasar. En el cementerio "real", decenas de personas, músicos, soldados, etc., fueron sacrificados, seguramente con el entierro de personajes notables o reales.
La visión de este rito sangriento fue, según lo que redactó Woolley para la prensa y ésta recogió golosamente, fue la que explicó que Abraham partiera de Ur hacia Egipto. No pudo soportar tanta barbarie.
Desde luego, la cultura mesopotámica era superior a la egipcia. El refinamiento de los ajuares funerarios, que Woolley databa hacia el 3200 ó 3500 aC -tienen, en verdad, entre seiscientos y novecientos años menos, pero una fecha tan remota los alejaba del arte egipcio más antiguo-, aventajaba a todo lo que Egipto pudo producir; pero a Mesopotamia le faltó la luz del "verdadero dios" que solo Abraham pudo divulgar. Los sacrificios humanos de Ur no fueron inútiles empero: despertaron la conciencia de Abraham.
Así, un periódico de Texas (Light, de San Antonio) explicaba el 4 de marzo de 1928: "quizá Abraham y Sara, su esposa, contemplaron la procesión del funeral de la reina Puabi a través de las calles de Ur; quizá estuvieran incluso entre los invitados al entierro, ya que Abraham era un ciudadano eminente de Ur (... ) Y de la tumba de la reina emanó una nueva y terrible luz sobre las costumbres de esta época, y una explicación posible acerca de porqué el patriarca se alegró de poner tanta distancia cuanto fuera posible entre su ciudad natal y él".

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