viernes, 26 de septiembre de 2014

CARMEN PINÓS (1954) CAIXAFORUM, ZARAGOZA (2010-2014)












Acceso a un patio ajardinado ubicado en un nivel inferior al que mira la sala VIP































Entrada, con taquillas a un lado



Escalera central













Restaurante y bar en la última planta




Terraza superior













Escalera y escaleras mecánicas


Boceto inicial









Maquetas del edificio


Jardín interior visto desde la sala VIP











Auditorio




Jardín interior
































Fotos: Tocho, Caixaforum, Zaragoza, septiembre de 2014

Dos cubos desplazados el uno con respecto al otro horizontal y verticalmente. Miran en dos direcciones distintas. Están elevados, soportador por un núcleo de acceso. Vuelan pronunciadamente sobre el jardín circundante . Los muros, recubiertos de una malla metálica continua, retroiluminada cuando el sol se pone, en la que se abren dos grandes ventanales apaisados en las fachadas principales.
El volumen se concibe como una puerta de acceso al parque -aun en construcción. Las ventanas y la terraza compensan el carácter introspectivo de todo espacio expositivo.
Los dos volúmenes reflejan bien las fuerzas contrapuestas que organizan el espacio. Las salas tienen que ser espacios cerrados pero quieren abrirse hacia el exterior. Los accesos conducen al corazón del edificio pero ofrecen vistas panorámicas de la ciudad. el edificio es al mismo tiempo un contenedor necesariamente hermético y un lugar elevado de observación; una caja y una torre que, de noche, acentúa este carácter, convirtiéndose en un faro. Las formas geométricas se concilian con motivos vegetales que recorren y ornan todas las superficies. Los pilares se desdoblan y parecen no sostener nada. El conjunto se abre a la ciudad -y se alza para que la visión de la misma no se interrumpa, como el edificio de Caixaforum, en Madrid, de Herzog & de Meuron, una obra muy inferior y descuidada- pero le da la espalda al mismo tiempo.   Es hosco y detallista. Duro y ornamentado. Frágil y rudo. De hormigón y malla. Opaco y translúcido. Un edificio en el que se ha cuidado con el mismo mimo un carrito para servir el té, y los imposibles jácenas que soportan los voladizos, que combina olivos en la terraza, que se descubren desde el interior, elevada con severos asientos metálicos.
El edificio recuerda a un árbol de hormigón.

7 comentarios:

  1. No sé cómo se sentirá uno por dentro,pero en las fotos dá muy buena impresión.
    Me parece muy buena la manera de emplear el color y la presencia del mundo vegetal.También la sensación de que por dentro está hecho a base de facetas,como si fuera un juego de espejos.Parece el interior casi más importante que el exterior .Creo que puede recordar un poco al constructivismo ruso.
    Enhorabuena por las fotos.Creo que es uno de esos edificios que sugiere mucho .

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    1. ¡Gracias!
      No se me había ocurrido que el edificio está hecho a base de planos o facetas.
      por fuera, es un trabajado juego de volúmenes, que contrasta con el tratamiento metálico y lumínico de las superficies. por dentro, el tratamiento de superficies no es tan importante como el juego de espacios, sobre todo entre el interior y el exterior. A veces parecía que la arquitecta se hubiera centrado más en la importancia del juego de espacios exteriores e interiores que en la función del centro que es el de acoger exposiciones dando la espalda al mundo exterior.

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  2. Bueno,la verdad es seguramente es más importante por fuera que por dentro

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  3. Coincido con el análisis del comentario del post, pero he de añadir que este edificio me resulta desconcertante. No lo he visitado, así que sólo puedo agradecer y juzgarlo por las muchas fotos que usted publica. La metáfora del árbol de cemento es muy acertada, y desde luego es un hazaña haber conseguido la audacia que el edificio parezca que flote o que se sostenga de puntillas (en cierta manera parecido al de Madrid); una similar sensación transmiten las cilíndricas y estrechas columnas interiores que, en efecto, parece que no sostengan nada, más bien dan la impresión de las piernas cruzadas de unas bailarinas, sus piernas cruzadas a punto de hacer una pirueta.

    Otro aspecto que me sorprende es que podemos ver innumerables detalles estructurales y compositivos y los varios espacios complementarios (como son el restaurante/cafetería, los vestíbulos y las zonas de paso) pero no así cómo se han resuelto las zonas expositivas, una de las principales razones de ser del centro. Aunque sí, y perfectamente, el auditorio. ¿Será un caso más al servicio de obras de arte aplastadas por su propio contenedor? Confiemos en que no.

    También me parece que tiene un exceso de lo que en jerga profesional se denomina de forma un tanto cursi como “gestos”, como la escalera-balcones que están ahí agazapados como pidiendo perdón. Pero puede que sean necesarios toda vez que son útiles para mostrar diversos rostros de un mismo edificio: variedad en la unidad, una “caixa” doble para diversos usos, un multi-fórum.

    Hay combinación de materiales, separaciones, mamparas, zonas verdes y muchos otros aspectos que son muy interesantes, que parecen muy logrados, quizás el más destacado es cómo ha conseguido suavizar la cúbica pesadez mediante las formas gráficas de evocación vegetal, que tienen su máxima y bella expresión y eficacia cuando se iluminan al atardecer, con el azul corporativo que misteriosamente resplandece.

    Ya digo que son comentarios sin más fundamentos que estas imágenes, y lo que a mi parecer denota en su conjunto es que se trata de un edificio singular, misterioso y rotundo, un edificio bello.

    Y una pregunta final: ¿cuáles son a su criterio los aspectos menos conseguidos del edificio de CaixaForum en Madrid? A mí nunca me ha gustado la aridez de la tan alabada escalera central.

    Un cordial saludo.

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    1. Buenos días

      Es muy cierto que no fotografié las salas expositivas, corazón y razón del centro. El motivo es que están ocupadas por exposiciones temporales que nada tienen que ver con la arquitectura del centro. De algún modo, que eestos espacios no den pi a imágenes revela quizá que han sido bien pensados: son espacios anónimos y vacíos -muy bien resueltos desde el punto de vista climático y de luz artificial, dotados de todos los sistemas necesarios-, a la espera de exposiciones.
      Desde luego, la piel luminosa, de noche, alivia la contundencia de los volúmenes, mucho más masivos de día.
      En cuanto a Caixaforum de madrid, creo que se trata de una idea feliz -o no- muy mal ejecutada. Los acabados son nefastos, la puerta de acceso es diminuta, el amplísimo porche parece una gruta discotequera y no invita precisamente a cruzarla, si bien las salas están muy bien adaptadas a las múltiples funciones que deben acoger.
      La escalera central, en efecto, ha sido maltratada

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  4. Ustedes me perdonarán, pero no sé encontrar la razón arquitectónica por la que un edificio ha de parecer estar suspendido en el aire fuera del alarde ingenieril de parecerlo, porque estarlo no lo está.

    Se ha mencionado el árbol de cemento.

    Existe un referente arquitectónico, simbólico y psicológico, que es “la casita del árbol”, un balcón, una atalaya y, al mismo tiempo, un refugio, un espacio interior que proporciona defensa, abrigo y seguridad al alejarse del suelo y acercarse al cielo, es un amparo y un mirador.

    Pero la casita del árbol es un espacio y un lugar privado, Caixa Fórum, en cambio, es público, es un espacio y un lugar de encuentro y, por consiguiente, debe producir debate como el que hay en cualquier plaza pública.

    También se ha dicho que, por la noche, al iluminarse se proyecta como un faro. Los faros son igualmente casitas en un árbol, oteros y mojones, antorchas.

    En fin, no sé ver, será por incapacidad, pero no encuentro esa razón arquitectónica para ese cubo tan enorme.

    Saludos.

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    1. Me he hecho la misma pregunta. ¿Hace falta que el edificio esté elevado?
      Los arquitectos necesitamos una justificación, o una razón para empezar a componer.
      En este caso, la arquitecta quería que el edificio se mostrara como la puerta de entrada del amplio parque alrededor, y que no interrumpiera el paso.
      Sin duda son razones a las que se puede responder. No queda claro que esta forma sea la más adecuada al entorno -aunque sí ofrece un espléndido mirador (a un entorno poco agraciado, también es cierto)- y, por otra parte, bien podría darse un mínimo rodeo si el edificio se apoyara enteramente en el suelo.
      Pero siempre se da un relato que justifica la acción. Creíble o no, necesario o justificable o no, responde a un deseo personal, compartido con el cliente.
      El resultado, que es lo que cuenta es, al mismo tiempo, funcional interiormente, y algo masivo por fuera.

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