viernes, 24 de julio de 2015

MIGUEL FISAC (1913-2006): CENTRO DE INVESTIGACIONES BIOLÓGICAS DE LOS PATRONATOS CAJAY Y FERRÁN DEL C.S.I.C. (HOY, SECRETARÍA DEL MAR, MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE Y DE MEDIO RURAL Y MARINO, 1949-1951)

















Fotos: Tocho, Julio de 2015

Pese a la decepción que causan las tempranas obras de Miguel Fisac, justo después de acabar la Guerra Civil, en el recinto en el que se ubica la Residencia de Estudiantes e instalaciones del CSIC, los antiguos laboratorios biológicos del CSIC -hoy parte del Ministerio de Medio Ambiente, recientemente restaurado- constituyen uno de los mejores conjuntos y más integrados en la trama urbana de Madrid. Inspirado, de nuevo por Asplund, el edificio, que sigue una planta en V -adaptada a la traza estrellada de las calles que arrancan desde una glorieta- se compone de dos cuerpos, con fachadas de ladrillo y ventanas pivotantes, soportados por pilares en V -vagamente huesudos, recubiertos por un mosaico de piedras blancas-, unidos por un alto cuerpo cóncavo, como un majestuoso y abstracto acantilado de ladrillo que se abre hacia la glorieta -o la abraza-, plegándose a su planta circular.
Este bloque, que constituye la fachada principal -aparentemente simétrica-, acoge una trama irregular de pequeñas ventanas que iluminan un núcleo de comunicación, y dos motivos insólitos: un balcón, en lo alto, en la testa, que vierte al vacío como un gran vierteaguas, casi surrealista, y una fuente escultórica en la base, que representa a un ser antropomórfico, una sombra, que se arquea para empujar el muro -como si quisiera curvarlo-, de Miguel Fisac y Carlos Ferreira de la Torre (1914-1990), un escultor conocido por su obra en el Valle de los Caídos, inspirado (sin embargo, o en verdad) por los escultores ingleses Henry Moore y Barbara Hepworth.

Una obra dura, hierática y fascinante -¿alude a la imposibilidad de la ciencia? ¿está quizá cargada de alusiones metafísicas, entre el vacío en lo alto, y el titánico (y quizá inútil) esfuerzo en la tierra, entre el aire -o la nada- de las alturas, y el agua que brota del esfuerzo humano?-, ante la que merece detenerse.



Esculturas de Carlos Ferreira

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